Begoña no sólo es psicóloga, sino también doctora en Ciencias de la Salud por la Universidad de Cádiz; con Premio Extraordinario.
Sus inicios como terapeuta estuvieron centrados en el tratamiento del dolor. En ese sentido, cursó el «Máster en Neurociencias y Dolor» y llevó a cabo un intenso trabajo en diferentes centros especializados como la Unidad Multidisciplinar de Fibromialgia y en el Servicio de Salud Mental del Hospital Clínic de Barcelona, el Hospital Joan XXIII de Tarragona y el Hospital Universitario Puerta del Mar de Cádiz.
En el plano internacional, colaboró con la University of Bath (Inglaterra) y con la Fundación Grünenthal.
También ejerció como profesora en la Universidad de Cádiz, la UCAM y la Universidad Internacional de Valencia.
Después de ese periodo, se centró en otros problemas como la ansiedad generalizada, el trastorno obsesivo compulsivo, las fobias, la gestión del estrés y la depresión. Y realizó otra especialización, el Master de Psicología General Sanitaria por la Universidad de Barcelona, ciudad donde reside actualmente.
Para Begoña, «la psicoterapia es un viaje de ida donde no hay retorno. Acudir al psicólogo no es ir simplemente a hablar, a desahogarse o a que te den algún consejo. Hacer terapia implica quitarse la piel, despojarse del arsenal sofisticado de excusas con el que funcionamos cada día. La psicoterapia es un viaje sin retorno porque los pasos que damos son firmes e irreversibles, porque dejamos de ser el de antes y porque evitamos tropezar, una y otra vez, en los mismos obstáculos. Hacer terapia puede ser doloroso, pero siempre es satisfactorio. Hacer terapia implica aprender y crecer desde la vulnerabilidad. Implica potenciar la posibilidad de imaginar y creer en la mejor versión de uno mismo».
Los pacientes destacan de Begoña su capacidad para llegar más lejos, superar no solo la queja con la que llegaron sino alcanzar el máximo de potencial.