¡Hola amig@s! Enfrentarnos al dolor es una de las experiencias más humanas y, al mismo tiempo, una de las más temidas. El miedo al dolor es algo que todos experimentamos en algún momento, pero lo cierto es que podemos aprender a gestionarlo mejor y, con el tiempo, incluso disminuir su impacto en nuestra vida.
Hoy quiero compartir contigo cómo es posible reducir ese miedo y el sufrimiento que sentimos cuando nos enfrentamos a él, apoyándonos en la enseñanza de un anciano maestro hindú que relató Rafael Santandreu en su libro Las gafas de la felicidad.
Sin miedo al dolor
Un anciano maestro hindú, cansado de las quejas de su discípulo, le mandó una mañana a por sal. Cuando hubo regresado, le ordenó echar un puñado de sal en un vaso de agua y se lo bebiese todo.
- ¿Qué tal sabe? –le preguntó.
- ¡Muy fuerte! –respondió el joven.
El maestro sonrió y, acto seguido, le dijo que echase la misma cantidad de sal en el lago.
Los dos caminaron en silencio hasta allí y el joven tiró la sal en el agua. El anciano, entonces, ordenó:
- Ahora bebe agua del lago.
Y después de un largo trago, le pregunto:
- ¿Qué tal sabe?
- Mucho más rica y refrescante.
- ¿No notas la sal?, preguntó el maestro.
- No –respondió el discípulo.
El anciano se sentó entonces junto al joven y con mucha ternura le explicó:
El dolor de esta vida es sal pura: ni más ni menos. La cantidad de dolor es la misma para todos, pero la amargura depende del recipiente donde lo metemos.
Así que cuando experimentes dolor, lo único que tienes que hacer es ampliar tu comprensión de las cosas. Puedes dejar de ser un vaso para convertirte en un lago.
¿Por qué tenemos miedo al dolor?
El dolor físico y emocional nos genera una reacción natural de miedo.
Nos asusta la idea de sentirnos mal o sufrir, pero la clave está en cómo interpretamos ese dolor.
Al igual que el joven discípulo de la historia del maestro hindú, solemos ver el dolor como un puñado de sal que echamos en un vaso pequeño de agua, haciendo que sea difícil de soportar.
Pero, ¿y si ampliáramos el «recipiente» que contiene ese dolor?
Tal como el maestro sugiere, si echas esa misma sal en un lago, el malestar se diluye.
Esto nos enseña que el dolor es inevitable, pero el sufrimiento depende de nuestra capacidad para ampliar nuestra perspectiva.
¿Y cómo lo logramos?
Aceptando que el dolor es parte de la vida, pero no tiene que dominarla.
El poder de nuestras creencias sobre el dolor
Lo que sucede en nuestra mente tiene un impacto directo en cómo percibimos el dolor.
El doctor Solá lo demostraba cada día con sus pacientes. A través de la hipnosis, les ayudaba a cambiar sus creencias sobre el dolor, y como resultado, muchos de ellos reducían drásticamente su necesidad de medicación.
Este proceso no era magia.
Simplemente, se les enseñaba a perder el miedo al dolor y a manejar su malestar de una forma más efectiva.
Si pensamos que el dolor nos limitará y nos impedirá vivir con normalidad, lo hará. Pero si cambiamos esa narrativa, podremos reducir su impacto.
¿Cómo aplicar esto en tu vida?
- Acepta que el dolor es parte de la vida. No podemos evitar sentirlo en algún momento, pero podemos decidir qué significado darle.
- Amplía tu perspectiva. Imagina que el dolor es como esa sal en un vaso. ¿Puedes convertirte en un lago, más amplio, más resiliente?
- Cambia tu diálogo interno. Deja de decirte «esto es insoportable» o «no podré con esto» y empieza a decirte «puedo aprender a gestionarlo» o «esto no me va a detener».
- Encuentra actividades que te llenen. Aunque el dolor esté presente, siempre podemos hacer algo que nos aporte satisfacción y alegría, porque la vida no se reduce solo a esa sensación.
¡Viva la vida, pese al dolor!
Así que, ¿qué tal si nos deshacemos de ese miedo al dolor?
Es posible reducirlo, cambiar nuestra percepción y aprender a vivir plenamente, aun cuando haya malestar físico o emocional.
La clave está en tu mente y en cómo decides abordar lo que sientes.
Si te encuentras en un momento en el que el dolor o su miedo te está limitando, no dudes en contactarnos.
En el equipo de Rafael Santandreu estamos aquí para acompañarte en este proceso de transformación, y que, como el maestro hindú enseñó, puedas convertirte en un lago donde el dolor se diluya y la vida siga fluyendo.
¡Tú puedes!