Soy aficionado a la historia, y uno de mis personajes favoritos es santa Teresa de Jesús, la monja poeta del siglo xvi que fundó la Orden de las Carmelitas Descalzas. Era una mujer increíble por un montón de razones.
Para empezar, fue una mística maravillosa que escribió poemas sublimes sobre sus experiencias espirituales. Además, era feminista en una época en que la mujer no tenía casi derechos. Era divertida y culta, y tenía un punto contracultural delicioso. Sin duda, ¡era muy cognitiva!
He leído muchas biografías suyas y en una de ellas, escrita por la especialista Marcelle Auclair, me fijé en que Teresa firmaba sus cartas así:
Te manda saludos,
la muy miserable Teresa
Curiosa firma, ¿verdad? ¿Qué pretendía expresar?
No hay duda de que quería situarse en la posición de ser un desastre y poder decirse a sí misma: «¡¿Y qué?! ¿Acaso no lo somos todos? Lo único que cuenta es nuestra intención de amar y valorar las maravillas de la vida».
¡Qué liberación! ¡Qué descanso! Ya no necesitamos cumplir ningún estándar loco. Ya podemos ser jóvenes amantes de la vida deseosos de comernos el mundo. Sin presiones de ningún tipo, sin autoexigencias. Libres al fin.

Fuente; guiainfantil.com