Enfrentar el duelo por la pérdida de un ser querido

“Recuperarse totalmente de la muerte de

una persona querida no implica eliminar

el amor y los recuerdos. Significa aceptar

su muerte, que disminuya el dolor y la

pena, y sentirnos libres para ocuparnos

de nuevo de nuestra vida”

Judy Tatelbaum , The Courage to Grieve.

El duelo se entiende en Psicología como el proceso de adaptación que sufrimos las personas ante una pérdida de un ser querido y que implica sufrimiento y dolor emocional. Comporta a su vez cambios significativos en las actitudes, los comportamientos, las emociones, los pensamientos, el área espiritual y las circunstancias de la persona que lo debe afrontar.

Tiene una finalidad: es un proceso restaurador, necesario para alcanzar un restablecimiento después del desequilibrio producido por dicha pérdida. La mayoría de las personas lo suele afrontar bien, pero se da una minoría de casos que no consigue alcanzar su finalidad , o bien, no evolucionan adecuadamente.

Normalmente, los problemas con el duelo tienen que ver con cómo nos enfrentamos a los cambios que implica, es decir, el problema no es el duelo en sí mismo, sino más bien se trata de cómo nos relacionamos con el sufrimiento, con las nuevas situaciones, con los vacíos, con las emociones disfuncionales emergentes (tristeza, depresión, rabia, etc.), con los nuevos pensamientos perturbadores, las nuevas actitudes y conductas inconvenientes, etc.

Una autora clave en Psicología que ha estudiado en profundidad el tema del duelo es la doctora Elisabeth Kübler-Ross, quien plantea que en el duelo se dan 4 etapas. Antes de explicarlas, hay que considerar que cada persona elabora su propio duelo, y que este es un proceso único e individual, por lo que no siempre se tienen por qué experimentar estas etapas y desde luego, no tienen tampoco que experimentarse en riguroso orden, se pueden presentar estas fases de manera desordenada. Las etapas son:

  • Trauma-choque.- se suele dar en los primeros días o semanas. Se intenta asumir lo ocurrid., Influyen mucho las condiciones en las que se ha dado el fallecimiento del ser querido: edad, causa, circunstancias, etc. (no es lo mismo una muerte natural en la senectud, que un accidente de un ser querido en una edad temprana). Y suele conllevar sintomatología física (agotamiento, fatiga, mal cuerpo, etcétera), emocional (tristeza profunda, depresión, ira, ansiedad, angustia, vacío emocional, entre otras), cognitiva (desbordamiento, desrealización, confusión,…) y conductual (agitación, aturdimiento, bloqueo, evitación,…).
  • Protección-negación.- suele aparecer a las semanas y primeros meses, tras la pérdida. Se caracteriza por un rechazo y una negación a la realidad traumática que se impone. Prevalecen mecanismos de evitación, así como respuestas inconscientes o automáticas para modular la magnitud del impacto de la realidad, del tipo, no identificar ni reconocer la pérdida. Se crea una especie de barrera protectora del dolor. Ésta es la fase crítica donde se pueden desarrollar las psicopatologías. Esto se manifiesta a nivel conductual, por ejemplo en continuar como si el fallecimiento no hubiese ocurrido (continuar como si nada), aferrarse a no aceptar la realidad, realizar conductas auto-destructivas, como el alcoholismo o las adicciones a otros estupefacientes, tapar la realidad con hiperactividad (adictos al trabajo), aislarse. A nivel cognitivo aparecen rumiaciones, ideas obsesivas, ideas de venganza, etc. En el plano emocional aparecen de manera destacada la ira, el enfado, la ansiedad intensa y la culpa.
  • Integración-conexión.– una vez pasada la etapa anterior, aparece un periodo en el que se comienza a afrontar la realidad; no se niega, no se evita ni se distorsiona. Aparecen las primeras respuestas de afrontamiento orientadas a conectar con sentir la ausencia del ser querido a través del recuerdo, a través de realizar rituales de conexión, empezar a visitar los lugares asociados a la persona o ser ausente, se empieza a hablar de la relación que se tenía..
  • Transformación y crecimiento.- en esta etapa se da una reorganización del mundo interno de la persona. El dolor da paso a sentimientos de gratitud y amor incondicional.

El tratamiento del duelo puede ir orientado hacia 4 líneas de trabajo:

  • Tratamiento orientado a la pérdida: se anima a la persona a que exprese sus emociones, que verbalice su añoranza, a recordar al ser querido perdido. De alguna manera, se intenta que el paciente sienta la ausencia a través de rituales de conexión, visitar lugares asociados al fallecido, hablar de la relación que mantenía con él, en definitiva, que conecte con lo que siente y recuerda. Se intenta dar un sentido a la experiencia de pérdida, dándole un significado, tanto en el plano emocional, como en el plano cognitivo.
  • Tratamiento orientado a la restauración: se promueve el establecimiento de nuevas relaciones, nuevos roles, nuevos hábitos.
  • Tratamiento orientado al acompañamiento: implica acompañar en todo el proceso a la persona que sufre la pérdida, siendo un apoyo, un respaldo, un “hombro en el que poder llorar”, alguien que escucha activamente, que reconoce y valida los sentimientos de la persona afectada por el dolor emocional.
  • Tratamiento orientado al crecimiento-postraumático.

Esta última línea de trabajo merece una mención a parte. Siempre se habla de los aspectos negativos del duelo, se ve como algo malo que se debe tratar o se tiene que erradicar, porque es algo desagradable y aversivo y estamos educados en que todo lo desagradable se tiene que extinguir y erradicar de nuestra vida. Pero como todo en la vida, también comporta aspectos positivos y convenientes; cuando pasamos un duelo, experimentamos lo que los psicólogos denominamos crecimiento-postraumático. Este tipo de crecimiento se da cuando las personas afectadas por un acontecimiento traumático (muerte de un ser querido) pueden experimentar, como consecuencia de su afrontamiento, cambios positivos en su vida. La vivencia de aprendizaje -sobre uno mismo, sobre las relaciones interpersonales, sobre la filosofía o sentido de la vida,…- y crecimiento personal pueden coexistir con el sufrimiento, las emociones difíciles pueden ser necesarias para que se produzcan cambios productivos en las personas.

En cualquier caso, siempre recomendamos que si una persona está teniendo dificultades a la hora de afrontar un proceso de duelo se ponga en manos de ayuda profesional.

Claudio Marcelo López Mora.

Psicoterapeuta colaborador del Equipo de terapia breve de Rafael Santandreu

6 comentarios en «Enfrentar el duelo por la pérdida de un ser querido»

  1. Hola he estado buscando el libro de tatenbaum que comentas y no encuentro nada que se llame así. Podrías decir donde comprarlo gracias.

  2. La elección de los pensamientos en estos casos es clave. El sufrimiento viene de resistirnos a lo que es. Por eso aplicar la renuncia radical y la reacción de un nuevo marco nos puede ayudar a transitar las emociones. Un fuerte abrazo en estos duros momentos

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