El objetivo del diálogo interno es controlar el mundo externo. Cuando no nos gusta lo que sucede lo verbalizamos, lo juzgamos, nos lamentamos y decidimos qué hacer al respecto. Y eso nos hace sentir más seguros.
Pero tanta prevención, tanta rumiadura, tanta proyección en el futuro… acaba siendo una maldición porque nos impide disfrutar del presente y nos vuelve seres obsesivos y temerosos.
En principio, el diálogo mental actúa como un mecanismo de protección, de defensa, pero acaba siendo un loco generador de miedos, contradicciones y confusión.
Fuente: educalt.com