Todas las neuras están conectadas por un mismo cable llamado «queja». Es decir, nos amargamos siempre siguiendo el mismo esquema, por ejemplo:
• ¡Me falta esto!
• ¡No puedo ser feliz con aquello!
• ¡Esto es intolerable!
Siempre que nos perturbamos estamos convencidos de que hay una carencia importante aquí o allá.
Y la realidad es que esa carencia —si la hay— es mínima. ¡No tiene mucha importancia! ¡Podemos ser felices igualmente, porque esa necesidad, ese requisito loco que nos hemos impuesto, no es nada! ¡No hay ningún gran problema ni ninguna amenaza!
Por eso, trabajar en cualquier neura es trabajar en todas las demás. Porque todas siguen la misma lógica terribilizadora, y es esa manera de pensar la que hemos de dinamitar.

Fuente: losmercadosfinancieros.es